Una de las cosas que siempre me ha
preocupado con relación a la crianza de mis hijos, ha sido educarlos para que
valoren las cosas en su justa medida. La presión social y publicitaria para
tener y tener cosas es siempre muy fuerte. Y seamos honestos, todos deseamos
tener cosas bellas, sofisticadas, útiles y modernas en nuestras vidas. No hay
nada de malo en eso. El problema surge cuando empezamos a pensa que lo que
tenemos define lo que somos. Los adultos estamos tan confundidos con este tema,
tan desconectados de nuestro verdadera esencia, que hemos realmente llegado a
creer que somos mejores o peores que el vecino porque tenemos un carro último
modelo, o un teléfono más moderno. Lo cierto es que las cosas no nos
llenan ni nos definen, pero estamos tan cegados que solamente nos damos cuenta de que es así, cuando por fin tenemos estas cosas. Eso explica por que tanta gente exitosa, con mucho dinero, y con todas las cosas que el dinero puede comprar, llevan una vida triste y miserable, y
terminan sus vidas en las drogas, el alcohol y hasta el suicidio.

Por eso es importante hablar con nuestros hijos acerca del valor de las cosas materiales, y hacerles
ver que lo que ellos quieren realmente no es el objeto, sino la emoción que ese
objeto despierta en ellos. Y ayudarlos a entender que esa emoción pueden
obtenerla con ese objeto, pero también de otras maneras. De esa manera, su
mundo y su felicidad no girara exclusivamente alrededor de lo material.
Entender que detrás de cada cosa material realmente esta lo que ese objeto
genera en nosotros, y que eso puede ser distinto para cada uno, es clave
para que tanto ellos como nosotros aprendamos a colocar nuestro enfoque en la
experiencia que buscamos, y no en el objeto.

Así que antes de correr a comprar ese juguete que sabes que hará feliz a tu hijo, piensa de que otra manera puedes hacerlo feliz.
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