jueves, 13 de septiembre de 2012

Lo que tienes y lo que eres son cosas distintas

Una de las cosas que siempre me ha preocupado con relación a la crianza de mis hijos, ha sido educarlos para que valoren las cosas en su justa medida. La presión social y publicitaria para tener y tener cosas es siempre muy fuerte. Y seamos honestos, todos deseamos tener cosas bellas, sofisticadas, útiles y modernas en nuestras vidas. No hay nada de malo en eso. El problema surge cuando empezamos a pensa que lo que tenemos define lo que somos. Los adultos estamos tan confundidos con este tema, tan desconectados de nuestro verdadera esencia, que hemos realmente llegado a creer que somos mejores o peores que el vecino porque tenemos un carro último modelo, o un teléfono más moderno. Lo cierto es que las cosas no nos llenan ni nos definen, pero estamos tan cegados que solamente nos damos cuenta de que es así, cuando por fin tenemos estas cosas. Eso explica por que tanta gente exitosa, con mucho dinero, y con todas las cosas que el dinero puede comprar, llevan una vida triste y miserable, y terminan sus vidas en las drogas, el alcohol y hasta el suicidio.

Lo mismo le pasa a nuestros hijos. Pasan semanas soñando con un juguete que vieron en la tele, o algo que tiene un amiguito del colegio. Y cuando por fin lo obtienen, juegan 15 minutos con él, y se dan cuenta de que no son todo lo felices que creian que serían, y seguro no mas de lo que eran antes. Se les genera entonces una sensación de frustración, de anticlimax, que los deja buscando algo nuevo que desear. Esto puede generar un terrible circulo vicioso de insatisfacción, que si no se controla a tiempo puede terminar muy mal.

Por eso es importante hablar con nuestros hijos acerca del valor de las cosas materiales, y hacerles ver que lo que ellos quieren realmente no es el objeto, sino la emoción que ese objeto despierta en ellos. Y ayudarlos a entender que esa emoción pueden obtenerla con ese objeto, pero también de otras maneras. De esa manera, su mundo y su felicidad no girara exclusivamente alrededor de lo material. Entender que detrás de cada cosa material realmente esta lo que ese objeto genera en nosotros, y que eso puede ser distinto para cada uno, es clave para que tanto ellos como nosotros aprendamos a colocar nuestro enfoque en la experiencia que buscamos, y no en el objeto.

Puede no ser tan sencillo. En primer lugar tenemos que hacer el trabajo en nosotros mismos, para poder hablarles con propiedad y enseñarles con nuestro comportamiento y no solo con nuestras palabras. Si nosotros definimos nuestro valor con lo que tenemos, nuestros hijos harán lo mismo. Si podemos sentirnos llenos de otras maneras, también ellos aprenderán eso. En muchos casos para nosotros como padres complacer a nuestros pequeños comprándoles lo que quieren puede ser una manera de conseguir una experiencia propia (sentirnos mejores padres, más generosos, poderosos, etc). Si es así, es importante ver que necesidad tratamos de satisfacer y hacerlo de otras maneras. Esto requiere un esfuerzo mayor como padres, hay que ser muy pacientes para orientar a nuestros niños en formas de identificar sus carencias emocionales, y muy creativos para buscar formas alternativas de satisfacer esas necesidades. Sin duda es más sencillo salir corriendo y comprar lo que piden para llenar su tiempo, que dedicarles nuestro tiempo y atención. Pero a la larga el precio que podemos pagar por nuestra comodidad es muy alto, y puede llegar a comprometer la felicidad de nuestros hijos.

Así que antes de correr a comprar ese juguete que sabes que hará feliz a tu hijo, piensa de que otra manera puedes hacerlo feliz.

No hay comentarios: