martes, 21 de mayo de 2013

Lo que sientes es parte de lo que eres

Una de las principales metas de la educación, tanto la académica como la que damos los padres en casa, tiene que ver con enseñarles a los niños "autocontrol". Por años hemos asumido que debemos controlar nuestras emociones. Muchos de nosotros como adultos nos esforzamos (muchas veces inútilmente  en controlar las nuestras. Frecuentemente vemos a padres o maestros castigar una reacción emocional de los niños, bien sea rabia, frustración, miedo, angustia ..Se supone que le enseñamos al niño a insertarse en la sociedad, y nos olvidamos que muchos de los graves problemas que vive nuestra sociedad actualmente tiene que ver precisamente con ignorar el valor de las emociones.

Lo cierto es que las emociones existen por una importante razón. Según Wikipedia "Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos."  Repito, las emociones son una ADAPTACION al medio ambiente, es decir, una característica que permite aumentar las posibilidades de supervivencia de los individuos que la muestran. En otras palabras, nuestras emociones, nos permiten sobrevivir. ¿Que sentido tiene entonces suprimirlas?



No estoy proponiendo que dejemos que nuestras reacciones estén determinadas únicamente por nuestras emociones. Creo que lo que debemos enseñarle a nuestros hijos es a comprender las emociones, tanto las positivas como las negativas como mensajes, como reacciones ante algo, y en ese sentido aceptarlas y vivirlas. Para ello, debemos comenzar por admitir la emoción, valorarla y apreciarla. Darle nombre es importante en este proceso. Enseñarle al niño a nombrarla de manera apropiada: siento miedo, siento rabia, siento alegría, siento amor. Esto puede no ser tan fácil en algunos casos, sobre todo para los adultos porque no estamos acostumbrados a vivir nuestras emociones. Muchas veces confundimos miedo con amor, rabia con frustración, etc. A medida que aprendemos a escuchar nuestras emociones, es mas sencillo identificarlas. Lo siguiente es encontrar la manera mas apropiada para dejar fluir la emoción sin hacerse daño a ellos mismos o a los demás. Esto aplica tanto a emociones positivas como negativas. Por ejemplo una adolescente puede hacerse daño al involucrarse en una relación sexual para la cual no está preparada, por amor. O un niño puede morder a otro porque no encuentra mejor manera de expresar su frustración. Es importante que como adultos ayudemos a nuestros hijos a conseguir un lugar seguro donde puedan expresarse libremente. Si nosotros como padres no podemos proveer ese lugar, ellos lo buscaran en otro lado. Una vez que hayamos dejado fluir la emoción, y hayamos liberado esa energía, entonces podremos recurrir al raciocinio, y tratar de entender de donde nació esa emoción, que pensamientos y creencias la originaron. Buscar la causa que originó la emoción y trabajar sobre ella, y no sobre la emoción, es la clave para poder mantener un equilibrio en nuestras vidas, mantener el péndulo con una pequeña oscilación, pero sin dejar que se vaya de un extremo a otro.

"Los sentimientos disparan reacciones inconscientes que aprendimos cuando niños, y se vuelven hábitos y comportamientos de por vida". Luis Diaz

miércoles, 17 de abril de 2013

Yo no me rindo

Desde hace ya unos cuantos meses que no escribo en este blog, no porque haya dejado de interesarme, sino simplemente por falta de tiempo. En Venezuela estamos demasiado consumidos por el vertiginosos desarrollo de acontecimientos para poder detenernos a reflexionar por mucho tiempo. Y cuando hay tiempo de reflexionar a menudo no hay tiempo de escribir. 
Hoy quiero compartir esta reflexión con ustedes. Aun cuando la misma no atañe directamente al tema de este blog, que es la maternidad, si creo que es un importante mensaje para mis hijos en el futuro, y por eso quiero incluirla aquí  Tiene que ver con la capacidad de mantenerse firme, de no rendirse y de automotivarse, lo cual creo que es una importante cualidad para ser feliz. 
Ayer alguien escribía en el FB, con relación a lo que esta ocurriendo en el panorama político de Venezuela, lo siguiente:

"No soy pesimista, soy realista, y siento que contemos, marchemos, cacerolemos, igualito nos jodieron"

Conteste a este comentario manifestando mi desacuerdo y diciendole a la persona que solo puede ser victima quien se comporta como victima. La  persona se molestó con mi comentario, lo borró y me elimino de su grupo de amigos. Y eso que es de las que pregona tolerancia e inclusion...pero bueno, eso es harina de otro costal.

Lo cierto es que creo firmemente en eso de que solo nos convertimos en víctimas cuando tomamos una actitud de victima ante la vida, simplemente porque es nuestra respuesta ante lo que nos pasa lo que realmente nos define. 

Desde ayer he visto rodando tanto en las redes como en la gente en la calle esa actitud de victima, de desesperanza, de desanimo. Y por eso quiero compartir unas reflexiones que hice al respecto en FB. Aqui van:

Susana Gonzalez Rico Estoy leyendo todos estos mensajes y me parece increíble que a solo dos días de lucha ya todos piensen que las esperanzas están perdidas. ¿Por qué? ¿Porque la vida parece normal? ¿Y que pretenden, que nos quedemos encerrados esperando por instrucciones? ¿Que salgamos a la calle a paralizar el país? Eso ya lo hicimos una vez, guiados por una rabia ciega y no sirvió para nada, mas bien nos funcionó en contra. ¿No lo recuerdan? Yo siento que por primera vez en muchos años las cosas se están haciendo con inteligencia, y con unión. Y que si la gente se va de fin de semana largo? El lunes que viene estarán de regreso con los mismos problemas, con el mismo disgusto, con las mismas pruebas. El chavismo quiere (y así lo hizo por 14 años) que pensemos que no hay salidas, que ellos hacen lo que quieren y que no hay nada que podamos hacer. eso se llama desesperanza aprendida. Cuando le hacen eso a los ratones, llega un punto en que no buscan mas la salida del laberinto. Nosotros no somos ratones, nos hemos mantenido en pie por muchos años, y la esperanza sigue ahí  ¿Quien iba a pensar en Diciembre que el 14A iba a pasar lo que pasó? Yo si creo en los milagros, los que se construyen con trabajo, perseverancia, paz. Creo en mi líder, y creo que el no se merece nuestro desanimo porque el nunca se ha desanimado. ¿Se imaginan si Capriles hubiera dicho cuando le propusieron lanzarse de nuevo, que para que, que los chavistas van a hacer trampa, que total para que si nadie va a ir a votar, ya vieron lo que pasó en diciembre? Pero no, el levanto la esperanza de todos, nos hizo creer. A él y al país le debemos el mantenernos motivados. Es nuestra responsabilidad con nosotros y con nuestra familia, con nuestra comunidad. Y sobre todo tengamos la responsabilidad de no ser portadores de desesperanza, no seamos cómplices de los chavistas. Si nos sentimos decaídos un día (y claro que va a pasar, somos humanos) pues no escribamos ese día nada en FB. Dediquémonos a guardar silencio y a pensar porque nos sentimos así  Asumamos nuestra responsabilidad y nuestro papel en que las cosas cambien, para siempre. Disculpen si soy dura con esto, ayer alguien me borró los mensajes porque comenté algo parecido. El país que queremos depende de nosotros. Por eso #YoNoMeRindo.

martes, 26 de marzo de 2013

Sigo siendo tu

 Mi Sana-sana-colita de rana: 


Tu recuerdo me sorprendió esta mañana desde lo profundo de mis ojos trasnochados, cuando inspeccionaba una nueva cana en el espejo. Siempre te he sabido presente, pero tu silencio se ha hecho tan cotidiano que creí haber extraviado el camino. Hoy emprendo el regreso a ti a través de estas líneas. Aferrada a un lápiz y un cuaderno, y con el corazón ansioso de verte, me lanzo por el tobogán más alto y aterrizo muerta de risa en un charquito de lodo.
Te veo jugando en aquel parque donde todo era posible: construir un fuerte indestructible con las piedras que recogías en tu franela, llegar a lo más alto de las barras de colores como un hábil escalador o crecer de golpe un metro en el sube y baja. Allí estás, meciéndote en un columpio, con tus ojos grandes, tu nariz siempre sucia y el cabello pegado a la frente por el sudor. Con cada impulso la falda de tu uniforme deja ver tus pantaletas de algodón, atrevimiento que constituye un pequeño precio por la libertad de volar. En una esquina están tirados el bulto, la lonchera metálica y la nota que le mandó la maestra a tu mamá, quejándose de que hablas mucho en clases.
Chiquita, dame un abrazo. ¡Hace tanto tiempo que quería volver a ti! Déjame mirarte: estas igualita. Te extrañé, ¿sabes? No llores. Sacúdete el miedo de las pestañas y sóplate los mocos en mi pañuelo. Sé que tú también me extrañaste, pero ya estoy aquí y te prometo que esta vez no me voy. Así que pon una sonrisa en tu boca desdentada y cuéntame tus sueños, tus grandes aventuras, tus libros favoritos. Háblame de tus éxitos, de las sombras de tu cuarto, de cómo te raspaste las rodillas, de tus patines nuevos y de ese niño que te hizo llorar. Recítame la poesía que aprendiste en la escuela, y cántame tu canción preferida.
Siéntate un ratito aquí a mi lado. Hay tanto que quiero decirte, y tanto que necesito aprender de ti. Pasé años intentando protegerte del mundo, sin darme cuenta de cuánto necesitaba la sabiduría de tu inocencia: tu capacidad de ser quien eres, sin dudas ni cuestionamientos, y tu confianza en tus sentimientos e instintos. Me preocupaban tanto los demás, sus opiniones, que olvide quien eras y te fuiste desdibujando detrás de disfraces y maquillajes. Mi pequeña, no dejes nunca que ni yo ni nadie te cambie, o te diga lo que vales. Continúa pintando tus garabatos de colores, aunque no le gusten a la maestra. Sigue vistiéndote con la ropa que te gusta, aunque no combine, y no esté a la moda. Escribe con tu propia letra, y quema esos cuadernos de caligrafía Palmer que pretenden uniformarte. Canta a todo pulmón aunque desafines. Baila bajo la lluvia aunque te resfríes. Y si tu mamá se pone brava, dale un besito y un abrazo, y verás que rápido se le quita.
No olvides que te amo con todo mi corazón. Te amo con tus cuadernos emborronados y tu manía de sacarte las medias al llegar a casa, con tus labios finos y tus cachetes gorditos. Te amo porque no te gusta jugar con ollitas ni muñecas. Porque odias perder al monopolio o al parchís. Porque el asombro hace que brillen tus ojos. Porque te da un ataque de tos cada vez que corres. Te amo porque te encanta leer e imaginar aventuras increíbles. Porque lloras desconsolada en las películas tristes y detestas las injusticias. Porque eres capaz de empujar al piso a un niño más grande que tú, para hacer valer tus derechos o defender a un amigo. Te amo con tus erupciones en la piel y la nariz tupida. Con tus berrinches, tú manía de inspeccionar las gavetas de las mesillas de noche y conocer los baños ajenos. Te amo porque te olvidas del tiempo cuando pintas, porque confías en la bondad del mundo y porque pasas semanas pensando en un regalo que haga sonreír a tu papá. Te amo con tu poca paciencia, tu deseo de ser independiente y tu frustración cuando las cosas no salen como quieres.
Ven, déjame darte un beso. Me gusta verte feliz. Es esencial intentar ser feliz, siempre, sin importar lo que la vida te ponga enfrente. Lucha por tu felicidad con todas tus fuerzas. Cultívala. Hazla tuya, apodérate de ella. Encuéntrala en las cosas más simples, en el día a día. No la dejes en manos de otros. Cuídala como un tesoro, vale más que el dinero y la fama. Puede que te sea difícil defenderla, algunos te tacharan de rebelde, de mala conducta, de egoísta. Tal vez tengas que sacrificar algunas cosas o personas por ella. Pero los que de verdad te amamos, queremos que seas feliz. Aquellos que ponen condiciones a tu felicidad no deberían tener espacio en tu vida.
Mi niña interior, mi verdadero yo, mi hermosa y amada chiquita de luz. Estoy tan agradecida a la vida por volver a encontrarte. Prométeme que no me vas a abandonar, que siempre vas a estar cerca, para despertarme con el entusiasmo de quien sabe que la vida es una aventura día tras día. Recuérdame que somos invencibles y que la magia existe. Enséñame a perdonar y olvidar. A vivir intensamente, sin pensar y sin calcular. Acuéstate conmigo en las noches, préstame tu almohadita y acúname con ternura. Sóbame la cabeza con tus manitas, y recuérdame que equivocarse es la única manera de aprender, y que mañana será otro día. Consuélame con tu risa llena de futuro. Préstame tus ojitos para mirar el mundo con asombro e ingenuidad. Llévate todos los miedos con tu inocencia, y hazme “sana-sana” en mis heridas, para que curen rapidito. Y sobre todo no me dejes olvidar nunca que sigo siendo tú.
Y ahora dime, a qué quieres jugar ¿a la ere o a las escondidas?