lunes, 30 de mayo de 2011

Las mamás nunca nos equivocamos

¿Qué los padres nunca nos equivocamos? Claro que nos equivocamos, nos equivocamos mucho. Nos equivocamos siempre. Nos equivocamos con la mejor de las intenciones, nos equivocamos por luchar contra nuestros instintos, nos equivocamos repitiendo esquemas. Nos equivocamos para hacer el mundo mejor, más humano, mas imperfecto.

Cuando yo era niña, era imposible pensar que los papas se equivocaran. Si alguna vez nos atrevíamos a contemplar esta posibilidad, sabíamos simplemente que no podíamos decirlo. ¿Quién se atrevería a decirles a esos padres distantes y elevados, que nosotros pequeños niños podíamos saber más que ellos acerca de cualquier cosa? Era totalmente inconcebible. Decirle a un padre que se equivocaba en algo, era considerado una terrible falta de respeto. 

Mis primeros actos de rebeldía, ya bien entrada en la adolescencia, consistían en retar a mis padres y decirles que estaban equivocados. Recuerdo que la primera bofetada que me dio mi papá en mi vida, fue en uno de esos enfrentamientos, donde yo osaba a no quedarme callada, y continuaba refutándole con argumentos lógicos, todo lo que él me decía. El pobre de mi padre, que no estaba acostumbrado a verse arrinconado por la lógica de una muchachita como yo, al quedarse sin argumentos, termino la conversación plasmándome la mano en la cara. Debo confesar que, aunque me dolió la bofetada, fue un pequeño triunfo para mi ego. Y mi pobre papi se sintió terrible por días, casi sin poder verme a la cara. 

Por supuesto que nuestros padres se equivocaban también, y mucho. Se equivocaban y, al igual que nosotros hoy en día, muchas veces no tenían ni la más mínima idea de lo que estaban haciendo. La diferencia es que nuestros padres nunca se planteaban siquiera la posibilidad de estar equivocándose. Para ellos esa duda significaba perder su poder como figura de autoridad para sus hijos, y por lo tanto, perder el control de la disciplina. Y como esa disciplina era la base de la educación de los hijos, esto era impensable. Por eso nunca dejaban abierta esa posibilidad. 

Hoy en día las cosas han cambiado mucho. Los padres estamos más conscientes que nunca de que nos equivocamos. Creo que si algo nos caracteriza a los padres de mi generación es que tenemos muchas dudas e inseguridades acerca de la mejor manera de criar a nuestros hijos. Con unos niños que están rodeados de información por todos lados, es muy difícil pretender que sabemos más que ellos. Además, muchos de nosotros no queremos ser como nuestros padres, inaccesibles y lejanos. Queremos ser amigos de nuestros hijos, pero al mismo tiempo queremos educarlos y controlarlos, y como la única manera que hemos conocido es lo que hemos vivido, es decir a través de la disciplina clásica, se nos hace dificilísimo conjugar ambas cosas.

Por otro lado, es muy duro para nosotros exponer nuestras debilidades y miedos como padres. Nos sentimos que si dejamos saber a nuestros hijos que tenemos dudas, ellos podrán hacer con nosotros lo que quieren. Que perdemos el poder sobre ellos.

Mi visión es que en la relación padres/hijos no debería existir la palabra poder. Creo que la única palabra que cabe allí es el amor. Y es maravilloso dejar ir la necesidad de controlar todo, en nombre del amor. He ido aprendiendo el milagro liberador de aceptar mis equivocaciones y limitaciones y de pedir perdón. No he perdido su respeto por ello, más bien al contrario. Nuestra relación se basa en un profundo respeto del otro como seres humanos que aprenden y crecen juntos. Creo además que dándole el ejemplo de que equivocarse esta bien, y que es a través de los errores que cometemos que aprendemos y crecemos, le estoy enseñando a aceptarse con sus errores, sin culpabilidad, sin vergüenza. 

Asi que, en mi casa por lo menos, mamá (y papá) si se equivoca, y pide perdón. Lo hablamos, lo conversamos y hasta le buscamos soluciones. No se si será la mejor manera, pero nos ha funcionado bien. Los invito a probar.

jueves, 26 de mayo de 2011

No tienes los pies torcidos, es que tu caminas asi.

Ayer el nuevo medico ortopedista de Diego me dijo algo que me hizo pensar. El muchacho (por que era un muchachito) me miro muy seriamente y me dijo "Si señora, su hijo no camina perfecto, nadie lo hace, todos tenemos nuestra propia manera de caminar, de gastar los zapatos...pero ¿porque tenemos que empeñarnos en que todos caminen igual?". La verdad es que, luego de un par de años de botas ortopédicas, fue casi un alivio su  respuesta. Diego salió contentisimo del consultorio gritando "Soy libre!!".

Mas tarde ya en la casa. me puse a pensar en lo que el medico me había dicho. La verdad es que las mamás estamos constantemente mirando a nuestros hijos y comparandolos con otros niños, un poco para saber si nuestro hijo es "normal". Las madres sobre todo las primerizas nos obsesionamos con las etapas de desarrollo de nuestros bebes y nos angustiamos cuando alguno de estos hitos se retrasan. Lo cierto es que nos olvidamos que los seres humanos somos todos distintos y que lo normal no existe. Todos somos normales: los que tenemos pelo liso, los que tenemos los dientes torcidos, los que no nos gusta la matemática, los que somos gorditos, y hasta los que caminamos con los pies abiertos.

¿Cómo podemos pedirle a nuestros hijos que se acepten como son, y que acepten y celebren sus diferencias con los demás, si siempre estamos como padres haciendo comparaciones?

Como padres debemos lograr un dificil equilibrio entre estimular a nuestros hijos para que sean cada vez mejores, pero sin olvidar que son individuos con habilidades y limitaciones, con gustos y preferencias, con personalidades diferentes, y que son estas peculiaridades lo que los hace unicos e irrepetibles. De esta manera les enseñamos que ellos son valiosos por lo que son, y que cada ser tiene un valor intrinseco, mas alla de lo que tiene, y de sus características físicas, o de su personalidad. Podemos decidir que nos gusta o no esa persona, pero no tratar de amoldarla a nuestros deseos, o ridiculizarla por ser diferente a los demás. Esta es la base de unas sanas relaciones humanas, basadas en el respeto y la dignidad.

lunes, 16 de mayo de 2011

Yo te mande a los mejores colegios

Finalmente la semana pasada, despues de varias semanas de angustia, mi hijo mayor fue oficialmente aceptado en el 1er grado de educación primaria en su nuevo colegio. Los orgullosos padres de los pocos afortunados en conseguir el cupo, fuimos llamados a una reunión. Contentos y llenos de expectativas, fuimos esperando una bienvenida. Lamentablemente, por lo menos yo, sali un poco asustada y deprimida de esta reunión, y a continuación les comento mi experiencia. 

La primera impresión fue la de un preso recibiendo instrucciones antes de entrar en la carcel. "Hacemos esta reunión -nos explicaron- para que sepan cuales son las reglas antes de inscribir a sus hijos. Asi que, si no estan de acuerdo, ya saben que no deben inscribirlos". Horarios, restricciones a los uniformes, al corte de cabello, a la conducta...fueron casi 2 horas de "no se permiten". Es comprensible que para controlar tantos niños se requiera de ciertas reglas, pero de verdad es que me sentí agobiada y algo asfixiada.


Lo peor es que la mayoria de los padres pensamos (pensabamos!) que ese tipo de disciplina es buena para nuestros hijos, y de hecho casi que sinonimo de una buena educación. Inclusive he escuchado a docentes de profesion recomendarme un determinado colegio, porque "alli le ponen disciplina a los niños". Yo la verdad es que hasta tener hijos, pensaba de la misma manera. Creia que educar a los hijos era cuestion de ponerles reglas claras y castigos cuando estas reglas eran rotas. Hoy en día se que las cosas no son tan simples. Que hay etapas del desarrollo de los niños que requieren flexibilidad, que el juego es esencial para los pequeños, que aprender contenidos sentados en un pupitre no es educación. La disciplina para mi tiene un nuevo significado, que implica escuchar, explicar, corregir, pero sin castigos humillantes, sin calificativos, y dandole siempre al niño la oportunidad de desarrollarse como ser humano.

Para completar nuestra visita al colegio, la psicopedagoga nos llamó al final de la reunión para hacernos firmar un "compromiso" de que antes de que el niño se incorpore al colegio en septiembre, debemos haber corregido la forma en que sostiene el lápiz (usando unos correctores especiales) y trabajar en los trazos de las letras corridas, los cuales no son "perfectos". Yo no pretendo ser una experta en el tema, pero creo que exigirle a un niño de seis años, que aun esta en preescolar, que haga los trazos de las letras cursivas al estilo de la caligrafia Palmer es un poco absurdo. Ya me parece bastante que se le exija a esa edad el niño sepa leer, escribir, sumar y restar. Si me dijeran que hay que trabajar mas la motricidad fina, hasta podria estar de acuerdo, pero que me diga una psicopedagoga que el niño no está haciendo las colitas de la letra a como deben ser, me parece una locura.


Nadie del colegio nos habló de la filosofia del mismo, de la metodologia, de objetivos, de que nos ofrece el colegio a los padres y a los niños. Nadie nos preguntó que queríamos para nuestros hijos, ni nos plantearon los programas educativos. No se conversó acerca de la participación y compromiso de los padres en la educación. Tampoco el colegio firmo ningún "compromiso" con nosotros. En otras palabras, cero dialogo, todo impuesto. Y por supuesto nadie preguntó acerca de estos temas. Pareciera que todos estaban muy preocupados por el aspecto logístico del colegio (a que hora lo recojo, donde compro el uniforme, etc.) pero muy poco en lo que le van a enseñar a los niños alli. Es como si fuese un alivio dejar ese asunto en manos de otros.

Dos reflexiones me quedan al respecto: en primer lugar, que a pesar de los increibles cambios que han ocurrido en el mundo y la sociedad, particularmente en el mundo de la pedagogia, la educación formal continua siendo preocupantemente similar a la que tuvimos nosotros en su momento. Por ejemplo, sabiendo como lo sabemos hoy la importancia de la actividad física para la salud, ¿como es posible que solo se de una hora de educación física a la semana? ¿Cómo puede ser que solo tengan media hora de recreo en toda la mañana, cuando se sabe que los lapsos de atención de los niños son cortos y requieren de periodos de relax cada cierto tiempo? ¿Cómo es posible  que siendo tan importante la cantidad adecuada de sueño en un niño para su desarrollo y crecimiento, se sigan iniciando las clases a las 7 de la mañana? Mas importante que todo eso, como se sigue considerando educación la simple transmision de conocimientos y no el desarrollo completo de la personalidad. ¿Cuando se trabaja la creatividad, el pensamiento critico, el desarrollo emocional, etc, etc.?

La otra reflexión tiene que ver con la actitud de los padres. Nos hemos acostumbrado a aceptar la educación que reciben nuestros hijos sin ni siquiera pensar que es lo que aprenden nuestros hijos cada dia. Inclusive en aquellos colegios privados carisimos y super cotizados entre los padres, porque son "los mejores colegios", la situación es la misma. Parte del problema es la falta de ofertas alternativas. Antes habían muchas ofertas distintas de educación: colegios experimentales, religiosos, militares, etc. Hoy en dia casi todos los colegios aplican el modelo clásico de educación académica. La escasa oferta tambien hace que exista una especie de indolencia, del clásico "esto es lo que hay, tomelo o dejelo". Pero tambien es clara la apatia de los padres, que no exigimos por el precio que pagamos. Tal vez no le damos la importancia necesaria a la educación de nuestros hijos, mas alla del nombre y prestigio del colegio, o quizas no tenemos la información necesaria para exigir mejores cosas. Como padres tenemos el deber de informarnos tambien sobre esto, y exigir la mejor educación para nuestros hijos.






domingo, 8 de mayo de 2011

El mejor regalo que puedes darme en el dia de la madre, es estar aqui.

Llevo varios dias pensando en que escribir en el blog para el dia de las madres. Despues de todo, este es un blog acerca de la maternidad, asi que no seria apropiado dejar pasar por debajo de la mesa este dia. Pero para ser honesta yo no creo que el dia de las madres sea otra cosa que otro dia mas. Me parece un poco patético que las madres necesitemos de un día para que se reconozca nuestra labor. Me parece que con comprarle un regalito a la vieja en este dia, pareciera que solo sirviera para aliviar el sentimiento de culpa de los que nunca tienen tiempo para ella.

Para mi este dia no debería ser el Dia de la Madre, sino el dia de la Maternidad, donde realmente se celebrara como algo hermoso y maravilloso, y no como un enorme sacrificio que hacemos las mujeres por nuestros hijos. Que las madres seamos seres resplandecientes de luz, llenas de felicidad y satisfacción, y no un viejita triste llena de canas y arrugas, con lagrimas en los ojos y manos retorcidas de tanto lavar, que ruega a sus hijos que por lo menos este dia, esten con ellas.

El dia de la madre debería ser un dia para que celebremos y demos gracias todas las madres del mundo, y  no sus hijos. Porque somos realmente las madres las que somos bendecidas por la vida, las que tenemos acceso a algo que mucha gente nunca llega a tener: el poder de amar incondicionalmente, sin medida y sin limites. Una gran fiesta llena del placer de dar amor, y de abrir nuestros corazones para recibirlo, y de crear vida.

Cuando dejemos de ver la maternidad como algo terrible y sufrido que se premia una vez por año con un obsequio que probablemente no necesitamos ni nos hace felices, y empecemos a realmente sentir que es una razón para celebrar en grande el milagro de la vida porque esta lleno de obsequios cada dia, entonces el mundo sera un poquito mejor para todos.

martes, 3 de mayo de 2011

Ojo por ojo todos se quedan ciegos

La venganza es el tema de mi blog de hoy. No puede ser de otra manera, considerando los acontecimientos desatados por el asesinato de Bin Laden. Con horror vimos en las noticias, en la television y en las redes sociales, como se celebraba este hecho con fiestas, bailes y fuegos artificiales. Con orgullo se anunció la noticia como un gran triunfo en contra del terrorismo. Por fin muchos saborearon la vengaza.

Mi primera reacción, como la de muchos, fue de repudio y de asombro ante este despliegue de odio y de salvajismo. Es cierto, yo no fui victima directa de los ataques del 11 de Septiembre y no perdí a ningún familiar en esa tragedia deplorable, por lo tanto ni puedo atreverme a tratar de comprender como pueden sentirse esas personas, pero aún asi me cuesta imaginar que si asi hubiera sido, estuviera celebrando la muerte de este hombre de la manera que hemos visto. 

Con satisfacción vi que mucha gente en las redes sociales se pronunciaba al respecto de esta noticia, manifestando su desagrado. Algunos comentaban que esas celebraciones ponian a las victimas en el mismo nivel de los terroristas que alguna vez fueron sus victimarios. Y me puse a pensar como madre como le explicaria yo a mis hijos lo que estaba sucediendo, y que enseñanza podia darles que les fuera util para su vida.

Uno de los temas mas dificiles de tratar para mi en la crianza de mis hijos varones es el manejo del concepto de la venganza entre los niños. Entiendo que desde el punto de vista biológico hay cierto nivel de agresividad natural que los varones descargan en juegos mas o menos violentos entre ellos. En el mundo animal donde la regla es la supervivencia del mas apto, estos juegos les ayuda a mejorar sus habilidades de lucha para poder defenderse. Pero como seres humanos siempre se llega a un punto donde hay que poner limites. Yo siempre le he dicho a mi hijo mayor que no debe golpear a nadie, pero confieso que a veces no es tan simple. Cuando tu hijo llega del colegio o del parque con un ojo morado o un chichón, o llorando porque un niño le pegó, la tentación de todo padre es decirle "¿Y tu porque no te defendiste?".  Tengo un amigo que cuenta que si llegaba a la casa llorando porque alguien lo habia golpeado, su mama lo castigaba a correazos por no haberse defendido. Me atreveria a decir que la mayoria de los padres que conozco consideran que esta bien que el niño devuleva los golpes que recibe. Pero ¿hasta que punto es correcto que el niño golpee a otro para defenderse? Como padres queremos proteger a nuestros hijos y que no sufran, pero ¿es realmente devolviendo la violencia con mas violencia que garantizamos esto? 

Lo cierto es que nuestra cultura esta llena de referentes que aupan y veneran el concepto de la venganza como algo bueno. Desde los superheroes hasta los cuentos de hadas, todos los niños aprenden desde muy pequeños, que el malo debe sufrir, y que si alguien es malo se merece los golpes, las caidas, el abandono y hasta la  muerte. Incluso algunos padres enseñan a sus hijos que la violencia física es un castigo valido cuando se "portan mal". Entonces ¿cómo le explicamos a nuestros hijos que las imágenes de la gente celebrando en las calles el asesinato del "malo" sea algo repudiable? Hasta que punto somos hipocritas cuando criticamos lo que sucedió con Bin Laden y al mismo tiempo le decimos a nuestro hijo que esta bien que lastime a alguien cuando a el lo han lastimado.

La verdad es que yo no tengo la respuesta a estas preguntas. A mi hijo siempre le digo que si alguien le pega busque un adulto para que medie, pero es cada vez mas dificil que el entienda este concepto, cuando no es lo que otros niños usan, lo que ve en la tele, lo que ve a diario en su entorno...Creo que mi responsabilidad como padre es enseñarle que la violencia no es la manera de solucionar los problemas, que el dialogo es la manera humana de hacerlo. Pero confieso que a veces, en este mundo loco en que vivimos, me pregunto si de verdad es asi, si al final no somos en el fondo animales donde la biologia sigue mandando, donde gana el mas fuerte. Sería maravilloso poder creer que no es asi.