jueves, 26 de mayo de 2011

No tienes los pies torcidos, es que tu caminas asi.

Ayer el nuevo medico ortopedista de Diego me dijo algo que me hizo pensar. El muchacho (por que era un muchachito) me miro muy seriamente y me dijo "Si señora, su hijo no camina perfecto, nadie lo hace, todos tenemos nuestra propia manera de caminar, de gastar los zapatos...pero ¿porque tenemos que empeñarnos en que todos caminen igual?". La verdad es que, luego de un par de años de botas ortopédicas, fue casi un alivio su  respuesta. Diego salió contentisimo del consultorio gritando "Soy libre!!".

Mas tarde ya en la casa. me puse a pensar en lo que el medico me había dicho. La verdad es que las mamás estamos constantemente mirando a nuestros hijos y comparandolos con otros niños, un poco para saber si nuestro hijo es "normal". Las madres sobre todo las primerizas nos obsesionamos con las etapas de desarrollo de nuestros bebes y nos angustiamos cuando alguno de estos hitos se retrasan. Lo cierto es que nos olvidamos que los seres humanos somos todos distintos y que lo normal no existe. Todos somos normales: los que tenemos pelo liso, los que tenemos los dientes torcidos, los que no nos gusta la matemática, los que somos gorditos, y hasta los que caminamos con los pies abiertos.

¿Cómo podemos pedirle a nuestros hijos que se acepten como son, y que acepten y celebren sus diferencias con los demás, si siempre estamos como padres haciendo comparaciones?

Como padres debemos lograr un dificil equilibrio entre estimular a nuestros hijos para que sean cada vez mejores, pero sin olvidar que son individuos con habilidades y limitaciones, con gustos y preferencias, con personalidades diferentes, y que son estas peculiaridades lo que los hace unicos e irrepetibles. De esta manera les enseñamos que ellos son valiosos por lo que son, y que cada ser tiene un valor intrinseco, mas alla de lo que tiene, y de sus características físicas, o de su personalidad. Podemos decidir que nos gusta o no esa persona, pero no tratar de amoldarla a nuestros deseos, o ridiculizarla por ser diferente a los demás. Esta es la base de unas sanas relaciones humanas, basadas en el respeto y la dignidad.

2 comentarios:

mirianky dijo...

Me encanta tu bolg Susana; te felicito!
Todos somos diferentes

Cuento infantil que habla del respeto a los demás

Cuentos infantiles
Cuenta una historia de que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serian impartidas durante el curso.
El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo. La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de todas formas, que la carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la escuela. Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un grande error.
Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales practicasen todas las disciplinas. Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios.

Al principio, el conejo se salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él. Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara. El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No aprendió a volar, y además no pudo seguir corriendo como antes.

Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió. Por el inmenso esfuerzo que tubo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus asas, quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo. La misma situación fue vivida por un pez, por una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos.

Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas. ¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus debilidades. Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que iremos conseguir con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y por no hacer lo que realmente les gustan. Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades y limitaciones. Si alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni peor que nosotros. Es apenas alguien diferente a quien debemos respetar.
Salludos.
Mirianky!

Susana dijo...

Gracias Mirianky, tu cuento es una hermosa fabula que ilustra bien mi punto. Un beso.