Ayer estaba con mi hijo de 7 años en un
parque. El saltaba feliz en un colchón inflable cuando llegó otra niña a
compartir su júbilo. Los vi contentos jugando bajo la supervisión de la mama de
la niña. De repente escuché a mi hijo gritándole a la niña "Toma, muérete.
Eres una miedosa". En seguida reaccioné y corrí al colchón pensando que se
había desatado una guerra entre ellos, pero cuando llegue me los encontré
felices saltando. Llamé a mi hijo y le pregunté qué pasaba y me dijo encogiéndose
de hombros "Nada mamá, estábamos jugando".
Esto me hizo pensar mucho acerca de lo que
está pasando a nuestro alrededor en términos de violencia y malos tratos entre
adultos, y en cómo influye en nuestros hijos sin que muchas veces nos demos
cuenta. El lenguaje que utilizamos a diario tiene una enorme importancia en
moldear nuestro comportamiento, y con mucha más razón el de nuestros hijos, tal
y como lo establecen los principios de la Programación Neurolingüistica o PNL.
La PNL ha demostrado la influencia que el
lenguaje tiene sobre nuestra programación mental y demás funciones de nuestro
sistema nervioso. Lo que pensamos y decimos, aun cuando no lo digamos en serio,
es un mensaje muy claro para nuestro subconsciente. Las palabras y los
pensamientos tienen una energía asociada, y es importante que nuestros niños
sepan esto. A pesar de que las digan jugando, el usar palabras violentas es nocivo
para ellos.
Más tarde, mientras almorzábamos juntos,
se lo expliqué a mi hijo. Parecía sorprendido. No entendía del poder de sus
palabras. "Mami, pero todos los niños en mi colegio juegan así, y no pasa
nada". Eso es lo que cree mucha gente, pero claro que si pasa.
Cuando decimos palabras desagradables,
violentas o despectivas, le damos fuerzas y energías a lo negativo, no solo
para los demás, sino también para nuestra propia vida. Las palabras son
escuchadas por nuestro cerebro y eventualmente este se convence de que lo dices
en serio. Y poco a poco tu cerebro termina por creerse que lo que tú dices es lo
que tú realmente eres, y para ser congruente comienza a moldear tus
pensamientos y acciones alrededor de tus palabras.
Es muy importante cuidar lo que dices y
como lo dices, y mantener una vigilancia sobre el lenguaje que usan tus
hijos. Explícales claramente que efecto tienen sus palabras, sobre los demás pero
sobre todo sobre ellos mismos. Enséñales a ser selectivos con lo que dicen y a
tratar de emplear siempre palabras positivas o neutras. Paulatinamente
comenzara a hacerse costumbre para ellos expresarse en los términos que quieren
ser percibidos y con la energía de quienes quieren ser.
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