Para cerrar esta trilogía de artículos quisiera escribir
acerca del amor. Pero ¿qué puedo decir yo del amor que no se sepa ya? Yo pienso que, como dice la canción de Los Beatles cuyo título
he tomado para identificar este articulo, el amor es lo único que necesitamos en
la vida. Cuando hacemos las cosas por amor y con amor, nada puede salirnos mal,
porque el amor es la esencia de lo divino. Ahora seguramente mucha gente me dirá
que en nombre del amor se puede hacer mucho daño. Yo no lo creo. Pienso que en
nuestra cotidianidad, a veces confundimos otras cosas con el amor. La
posesividad, los celos, las relaciones destructivas...son realidades que
culturalmente asociamos con el amor. En realidad esto no es amor, son sólo nuestras
creencias, nuestros patrones culturales, programados en nosotros por el
entorno, y alimentado con nuestros miedos, disfrazados como el lobo con la piel
de la oveja.
El amor debe necesaria y obligatoriamente comenzar por uno
mismo. No podemos amar ni ser amados cuando no nos amamos primero a nosotros. Mientras
somos niños, el amor es algo muy sencillo, natural. Todos los niños se aman a sí
mismos, por sobre todas las cosas. Los bebes tienen muy claro que son su
primera prioridad, y para obtener lo que desean están dispuestos a todo. Ese amor,
es rápidamente etiquetado como egoísmo, y se va transformando a medida que
crecemos, a través de nuestra educación y los paradigmas sociales. Nos
convencemos de que nuestras necesidades son menos importantes que las de los demás,
y que ser bueno es olvidarse de uno mismo y pensar solo en los demás. Así vamos
aprendiendo que amarnos a nosotros mismos es malo, que pedir lo que necesitamos
es malo, que luchar por lo que queremos es malo, y que si queremos ser
aceptados y queridos, tenemos que olvidarnos de nosotros. Y luego nos preguntamos porque nadie nos ama,
y porque nos cuesta tanto abrirnos al amor.
El verdadero amor por nosotros mismos, no es egoísta, porque
cuando te amas realmente a ti mismo, eres capaz de dar más y más amor a los que
están alrededor tuyo. El amor verdadero no es posesivo, porque no necesitas que
nadie te ame, cuando tienes tu propio amor. Si alguien te ama, maravilloso. Pero
si no lo hacen, no importa, siempre hay quien te ame en tu vida. El verdadero
amor no es celoso, porque tiene la certeza absoluta de que su fuerza y poder
aumenta cuando es compartido.
Así que hay que comenzar amándose a uno mismo, y desde ahí,
amar al mundo, aceptándolo como es, acabando con nuestros prejuicios, abriendo
nuestra mente. Así construimos una felicidad a prueba de todo, que podemos
compartir con los demás.
Y para amarnos a nosotros mismos, debemos comenzar a cerrar
el círculo con las otras dos palabras de esta maravillosa trinidad: perdonándonos
y dando gracias. Agradeciendo por lo que somos y tenemos, y perdonando por no
haberlo visto antes, por haber dejado que nuestras creencias nos alejaran de
nuestra grandeza. Paso a paso, iremos así construyendo una solida relación con
nosotros mismos, que podremos transmitir como un maravilloso obsequio a
nuestros hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario