Una de las principales metas de la educación, tanto la académica como la que damos los padres en casa, tiene que ver con enseñarles a los niños "autocontrol". Por años hemos asumido que debemos controlar nuestras emociones. Muchos de nosotros como adultos nos esforzamos (muchas veces inútilmente en controlar las nuestras. Frecuentemente vemos a padres o maestros castigar una reacción emocional de los niños, bien sea rabia, frustración, miedo, angustia ..Se supone que le enseñamos al niño a insertarse en la sociedad, y nos olvidamos que muchos de los graves problemas que vive nuestra sociedad actualmente tiene que ver precisamente con ignorar el valor de las emociones.
Lo cierto es que las emociones existen por una importante razón. Según Wikipedia "Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos." Repito, las emociones son una ADAPTACION al medio ambiente, es decir, una característica que permite aumentar las posibilidades de supervivencia de los individuos que la muestran. En otras palabras, nuestras emociones, nos permiten sobrevivir. ¿Que sentido tiene entonces suprimirlas?
No estoy proponiendo que dejemos que nuestras reacciones estén determinadas únicamente por nuestras emociones. Creo que lo que debemos enseñarle a nuestros hijos es a comprender las emociones, tanto las positivas como las negativas como mensajes, como reacciones ante algo, y en ese sentido aceptarlas y vivirlas. Para ello, debemos comenzar por admitir la emoción, valorarla y apreciarla. Darle nombre es importante en este proceso. Enseñarle al niño a nombrarla de manera apropiada: siento miedo, siento rabia, siento alegría, siento amor. Esto puede no ser tan fácil en algunos casos, sobre todo para los adultos porque no estamos acostumbrados a vivir nuestras emociones. Muchas veces confundimos miedo con amor, rabia con frustración, etc. A medida que aprendemos a escuchar nuestras emociones, es mas sencillo identificarlas. Lo siguiente es encontrar la manera mas apropiada para dejar fluir la emoción sin hacerse daño a ellos mismos o a los demás. Esto aplica tanto a emociones positivas como negativas. Por ejemplo una adolescente puede hacerse daño al involucrarse en una relación sexual para la cual no está preparada, por amor. O un niño puede morder a otro porque no encuentra mejor manera de expresar su frustración. Es importante que como adultos ayudemos a nuestros hijos a conseguir un lugar seguro donde puedan expresarse libremente. Si nosotros como padres no podemos proveer ese lugar, ellos lo buscaran en otro lado. Una vez que hayamos dejado fluir la emoción, y hayamos liberado esa energía, entonces podremos recurrir al raciocinio, y tratar de entender de donde nació esa emoción, que pensamientos y creencias la originaron. Buscar la causa que originó la emoción y trabajar sobre ella, y no sobre la emoción, es la clave para poder mantener un equilibrio en nuestras vidas, mantener el péndulo con una pequeña oscilación, pero sin dejar que se vaya de un extremo a otro.
"Los sentimientos disparan reacciones inconscientes que aprendimos cuando niños, y se vuelven hábitos y comportamientos de por vida". Luis Diaz