jueves, 22 de noviembre de 2012

Si no te portas bien...el Niño Jesús no te va a traer juguetes.

"Querido Niño Jesús, si sigues insistiendo en que me porte bien, voy a tener que decirle a mis padres que ya sé que no existes." SGR


A medida que se acerca la temporada navideña, me empieza a entrar siempre una especie de sentimiento de culpa. Nosotros, como casi todos los padres hemos caído en la trampa del Niño Jesús. Mis dos hijos creen que en la mágica noche de la Navidad el Niño Jesús (o Santa que trabaja en sociedad con él), vienen a casa a traer los regalos a los niños que se portan bien. La verdad es que estoy empezando a pensar que esto del Niño Jesús es una idea terrible.
En primer lugar, a  medida que mi hijo mayor va creciendo, sus preguntas se hacen cada vez mas difíciles de responder, y no sólo me siento culpable de mentirle, sino que temo que en cualquier momento se va a dar cuenta de que lo he estado engañando. Y no puedo evitar preguntarme como me sentiría yo si mis padres, que se supone que son las personas mas cercanas a mi, me han estado mintiendo durante varios años. 

En segundo lugar, me siento mal cuando alguien le dice a mis hijos que si no se portan bien, el Niño Jesús no les va a traer nada. Creo que ellos saben mejor que nadie, que no importa la cantidad de travesuras, siempre van a encontrar sus juguetes favoritos bajo el arbolito. Y ademas tengo dos grandes problemas con esto: 1- ¿Quien es Santa para decir que es lo que esta bien o no en cuanto al comportamiento de mis hijos? y 2- ¿Porque el amor de Santa debe estar condicionado a como se porten mis hijos?

A mi parecer el mito de Santa o el Niño Jesús es algo nocivo para nuestros hijos, porque les enseñan que deben dejar de ser lo que ellos son, y comportarse de cierta manera para obtener lo que quieren. En otras palabras, les enseña a ser deshonestos con ellos mismos.

Foto de Canciones de navidad
Trato de entender porque esta tradición existe  y encontrar respuestas al porque los padres nos metemos en este rollo. Supongo que en algún momento alguien pensó que esta era una buena forma de mantener a los niños bien comportados. Muchos nos mentimos diciendo que es una de las ilusiones que definen la infancia, la inocencia...¿Y esa inocencia se merece que nos burlemos de ella?. La verdad es que, cuanto mas lo pienso, mas egoísta me parece hacerle esto a los niños. 


Pero por otro lado, no se como salir de este atolladero. ¿Cómo se sentirían mis chamos si fueran los únicos que no creyeran en el Niño Jesús? ¿Cómo explicarles a los que los rodean en el colegio, la familia y los amigos que nuestros hijos no creen en Santa?

En fin...un problema difícil de solucionar. ¿Alguien tiene sugerencias?


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Dale un tecito para que se tranquilize.

Tengo la suerte de tener dos maravillosos hijos varones. Como todos los niños, a mis hijos les encanta jugar y estar en movimiento. El mayor tiene siete años y medio, como el mismo dice con mucho orgullo, y le encanta jugar videojuegos y ver vídeos en Youtube. Es muy bueno en matemáticas, no tanto en educación física, y en general no tiene mucha paciencia. Pero es muy responsable: hace sus tareas solo, y cuando yo llego del trabajo lo ayudo a corregir lo que ya hizo o completar lo que no pudo hacer solo. Su hermanito tiene 2 añitos, y le encanta cantar, bailar y correr. No le gusta sentarse a hacer tareas, pero le gusta colorear.

En resumen, tengo dos hijos muy distintos entre si, con sus cosas extraordinarias cada uno, pero dentro de todo, niños normales. Por eso me sorprendió cuando la nueva maestra de mi hijo mayor, que esta empezando segundo grado, me dijo que el era un niño "nervioso". No entendí que quería decir con eso, y le pregunté. Me dijo que el se paraba, se sentaba, se le caían las cosas...y que en eso perdía mucho tiempo. Efectivamente, mi hijo es así, pero considero, por lo que he visto, que esta es la conducta normal de un niño de su edad. Le pregunté a su maestra, algo sorprendida, si era el único así en el salón y me contestó que no, que tenía varios niños "problemáticos". Es decir que ese comportamiento, que yo encuentro completamente normal, era considerado por la maestra como "problemático". Y como si fuera poco, completó su "diagnóstico" recomendándome que le diera un tecito o unas flores de Bach para que se tranquilizara.

Por supuesto que salí un poco indignada de esta conversación. Me hizo recordar un debate que he seguido ya por algún tiempo con relación a los niños diagnosticados con Síndrome de Deficiencia de Atención e Hiperactividad. Algunos sociólogos consideran el SDAH como un "ejemplo clásico de la medicalización de una conducta diferente, que redefine un problema no médico, como un sindrome clínico" (Parrillo, Vincent (2008). Encyclopedia of Social Problems. SAGE. p. 63.ISBN 978-1-4129-4165-5. Retrieved 2009-05-02.). Mi muy personal opinión es que probablemente existan algunos casos reales de desbalance de neurotransmisores que requieran el uso de medicación, pero que en un alto porcentaje de casos no se justifica que los niños sean diagnosticados y medicados por un comportamiento completamente normal a su edad. Y honestamente me cuesta creer que cerca del 15% de los niños de EEUU sufran de un desorden neurológico y necesiten ser medicados.


Los adultos nos hemos olvidado de lo que es normal en el desarrollo humano, y pretendemos que los niños son un disco duro vacío en el cual grabar información. Nos olvidamos de la importancia del juego, de la actividad física, del descanso, de la creatividad, en nuestro desarrollo como seres integrales. Pretender que un niño que esta en formación se mantenga sentado en una silla, en silencio y concentrado en una labor, por mas de media hora, no es natural.  Por supuesto es mas fácil que lo haga cuando lo tranquilizamos con un tecito o con medicamentos, y probablemente eso haga muy feliz a sus maestros y a algunos padres. Tampoco estoy segura de que  la respuesta de la educación tradicional sea mejor: castigarlo, y hacerlo sentir mal por lo que para el es natural afecta su autoestima y puede dejar importantes secuelas. Además, pensar que todos los niños tienen que tener las mismas destrezas y habilidades, el mismo temperamento, los mismos gustos, es negar la individualidad que nos hace únicos.

Para terminar mi historia, cuando la maestra me preguntó si había algo en casa que causara el "nerviosismo" de mi hijo le conteste que probablemente era mi culpa, porque yo era también así cuando era pequeña: intranquila, habladora, curiosa, inquieta, soñadora. A mi no me dieron ningún tecito, gracias a Dios, porque hoy en día considero que esas características, algunos son algunos de los rasgos mas positivos de mi personalidad. Si no contara con esas cualidades, no tendría la profesión que tengo para empezar, ya que vivo de hablar y de curiosear. 

Supongo que la maestra hubiera querido castigarme por ser tan "contestona", pero afortunadamente no soy una de sus alumnas.